Imagen de cabecera: Zero Latency
En Terebi Magazine hemos probado la que se dice que es la mejor experiencia de realidad virtual hasta la fecha: cientos de metros cuadrados para moverte libremente y sin preocupaciones con las gafas puestas.
Que la realidad virtual brinda experiencias de inmersión que se separan de todo lo que hemos conocido hasta el momento no es ningún secreto. Tampoco lo es que, de momento, sea una tecnología que no siempre está al alcance de todas. Sin embargo, cada escarceo con este tipo de entretenimiento suele llevar al cuerpo y a la mente sensaciones de una intensidad que pocos videojuegos pueden ofrecer hoy en día.
Y, como si fuera una barrera que se normaliza a regañadientes, en las experiencias de inmersión de realidad virtual siempre hay una espina dorsal que enturbia ligeramente toda la práctica: el movimiento. Resulta extraño que la experiencia de volar o caminar en gravedad cero se intensifique pero, en cambio, sigamos con el culo pegado a la silla. De hecho, de este choque de impulsos sensoriales suelen sobrevenir mareos e incluso desorientación cuando se está jugando a realidad virtual: lo que nuestra mente interpreta no se adecua a la posición de nuestro cuerpo, y eso nos provoca desencuentros internos.
Este es justo el escollo que la empresa Zero Latency decidió salvar para poder ofrecer una experiencia de realidad virtual lo más completa posible. Para ello, quitan sofás y espacios reducidos y te invitan a lanzarte a un espacio de más de doscientos metros cuadrados donde puedes moverte con total libertad (procurando no chocarte con paredes… ni con tus propios compañeros, que lo harás).
En Terebi Magazine tuvimos la suerte de probar el nuevo espacio que inauguraron en Zaragoza a finales del año 2019 después de estar presentes en otras ciudades como Madrid, Barcelona o Tarrasa. Con una oferta de cuatro juegos en total (en otras ciudades se puede disfrutar de alguno más), se pueden formar equipos de hasta ocho personas para disfrutar en cooperativo de las experiencias disponibles. Explorar los misterios de una estación espacial donde algo no va bien con Singularity, desafiar las leyes de la gravedad y conocer un mundo que traspasa la imaginación con Engineerium o desquitarse matando zombies con el modo Survival u Outbreak Origins son las opciones que Zero Latency Zaragoza brinda a todo aquel que quiera colocarse sus gafas y disfrutar de otros mundos.
Imagen: Zero Latency
Outbreak Origins, a matar zombies se ha dicho
En nuestro caso, nos decidimos por probar Outbreak Origins, un juego de 30 minutos de duración en el que debes avanzar por una ciudad víctima de un apocalipsis zombie en busca de la derrota de un líder autoritario que piensa que estamos ante una nueva etapa de la historia de la humanidad. Un juego en modo cooperativo del que pueden disfrutar hasta 8 personas a la vez y que mezcla oleadas de zombies con pequeñas píldoras de exploración por sus diferentes mapas que van aportando momentos que llegan a encoger el estómago.
Éramos un grupo muy heterogéneo, pues no solo había personas sin apenas experiencia en realidad virtual sino que además alguno que otro no había jugado apenas a videojuegos en su vida. Ignacio, nuestro game master, hizo un trabajo excelente explicando con paciencia cada detalle de lo que nos íbamos a encontrar (sin spoilers, claro) y guiando a los más novatos en las situaciones un pelín más difíciles.
Antes de meternos de lleno en el juego, tuvimos un rato de briefing en el que se nos explicaron los posibles peligros de la experiencia y se nos instruyó para ponernos todas las piezas del equipo (que tiene su ciencia). Mochila con la tecnología, gafas (unas HP Reverb con resolución 4K) y auriculares mediante, estábamos listos para empuñar nuestras armas y comenzar el juego.
¡Preparándonos! /Imagen: Elena Cortés
Los juegos de Zero Latency, íntegramente en inglés, son explicados por sus game masters antes de entrar de lleno en la experiencia para que ninguna persona se sienta descolgada. En Outbreak Origins, nos contaron que nuestra ciudad estaba devastada por un apocalipsis zombie y que, derivado de ello, un líder muy peligroso había perdido la cabeza pensando que este era el nuevo estado de la humanidad y escondiendo, por tanto, la cura. Teníamos que recorrer la ciudad matando oleadas de muertos vivientes y en busca de dicho fanático. Nada más comenzar la experiencia, un vídeo cuenta todo esto en inglés, pero no está mal que ya se tenga la información de antes: cuando estás armado con las gafas de realidad virtual y estás mirando todo lo que te rodea, es difícil concentrarte en cualquier otra cosa.
Así que, armados con nuestras armas, comenzamos a avanzar entre escombros, ascensores, alcantarillas e incluso helicópteros que nos llevaban por los aires en mitad de una ciudad en llamas. Durante todo el juego, se puede ir cambiando entre dos tipos de arma mediante un botón que tiene la pistola al lado del gatillo: rifle (la más sencilla de manejar) y escopeta (buenas agujetas al día siguiente). Desperdigadas por los mapas se pueden encontrar otras armas especiales que te durarán lo que duren su cargador.
Outbreak Origins mantiene la esencia del Zombie Survival con el que Zero Latency echó a andar en Madrid hace algunos años, y añade pequeños detalles en sus mapas que hacen casi imposible recordar que se está en un espacio diáfano de doscientos metros cuadrados y no en una ciudad inmersa en el caos. Algunos de nosotros vivimos momentos en los que lo que más nos costaba no era librarnos de los zombies (que, al final, entre las distintas armas de las que puedes disponer durante el juego los vas liquidando sin mayor problema, sobre todo siendo ocho personas), sino avanzar por “lugares” que sacaban a relucir algunos de nuestros miedos. Un auténtico revolcón para la mente.
Imagen: Zero Latency
Las risas están aseguradas, sobre todo cuando uno se reconoce a sí mismo en situaciones que vistas desde fuera tienen que resultar surrealistas (los game master tienen que pasárselo en grande). Durante unos treinta minutos el cuerpo y la mente se hacen a otro espacio, muy lejos de Zaragoza, que transmite una narrativa que puede ser todo lo disparatada que sea porque la inmersión es tal que nada rechina. Tal vez, por sacarle alguna arista al asunto, siendo ocho personas acabábamos estorbándonos en algunos puntos (a una de nosotros le dejó de funcionar el arma porque de un golpe se le había movido una pieza… ¡ese era nuestro nivel de intensidad física!), pero el gameplay de Outbreak Origins también está preparado de cierta manera para grupos más numerosos (de nuevo, no hago spoilers).
Media hora después nos dijeron que la experiencia había terminado y que nos podíamos quitar las gafas, y nuestros rostros llenos de sudor no daban crédito. Para nosotros no habían pasado ni diez minutos. A pesar de todo, la espalda comenzaba a resentirse y el sudor en los ojos nos daba pistas sobre que era momento de parar una experiencia de muy alta intensidad. Terminamos en Zero Latency Zaragoza con ganas de volver y probar sus otros juegos. Creo que es lo mejor en realidad virtual que he probado hasta la fecha. Así que volveremos, sin ninguna duda.
Imagen: Zero Latency