Portia, o la ciudad postapocalíptica más adorable

Según mi cuenta de Steam, he dedicado alrededor de 7 horas de mi vida jugadora a My Time At Portia. Pero, sinceramente, parecen muchas más. Esto, por supuesto, no es malo en absoluto. Solo significa que he disfrutado mucho cada hora pasada allí, y que me ha dado tiempo a hacer algunas cosas. Aunque aún me queda mucho mundo por descubrir.

My Time At Portia es la nueva aventura de Pathea Games, compañía de juegos indie fundada en 2010 con sede en Chongqing, China, y Memphis, Estados Unidos. En su porfolio, además de Portia, constan otros tres títulos: Drains, un juego de plataformas del que os podéis descargar la demo en su página web; Protoform, juego de puzzles con ciertos parecidos a Portal, cuyas últimas noticias se refieren al lanzamiento de la demo hace más de un año; y Planet Explorers, aventura RPG de mundo abierto ambientado en un planeta lejano. My Time At Portia no es nada de eso. Y es que con este nuevo título se han lanzado a las arenas movedizas de los RPG de simulación. En otras palabras, es una versión mona de Los Sims. La única relación que tiene con alguno de los títulos anteriores (Planet Explorers) es que su campaña de lanzamiento se hizo a través de Kickstarter, que lograron recaudar más dinero del necesario y que podéis encontrar una demo jugable en Steam.

En un mundo postapocalíptico, los humanos han visto reducido su número de forma significativa, han perdido buena parte de los conocimientos tecnológicos y comparten su espacio con animales extraños, cuando menos. Todo ello contado con la tecnología 3D más adorable y cercana a Nausicaä que me he encontrado en muchos años. Las llamas de colores son, para mí, una delicia. Y cada vez que tengo que sacudir a alguna, lloro un poco.

Al inicio del juego tu personaje llegará a Portia, una pequeña ciudad al borde de la civilización en la que tu padre te ha legado un pequeño taller. Tu objetivo será integrarte en tu nuevo hogar, ganarte la vida como artesana y, por supuesto, acabar con el mejor taller de todo Portia. Para lograrlo podrás ir comprando terrenos y mejoras en las distintas tiendas del pueblo, al tiempo que trabajas para tus vecinos proveyéndolos de cosas necesarias como tanques de agua, o bebederos, cristal, mesas, sillas, cristal o artículos procesado, como cuero y comida.

Cada día tendrás acceso a una misión en el tablón de anuncios del Gremio de Comerciantes, y solo podrás coger otro encargo cuando hayas terminado el que tienes entre manos. Y recuerda, la oficina cierra a las ocho de la tarde, así que no te entretengas si tienes que entregar algún pedido. O si el destinatario es alguno de los comerciantes de la ciudad. A medida que ganes en equipación y puedas ir haciendo los encargos más rápido, la oferta de misiones se ampliará en calidad (al principio empiezas con encargos de clase D, los más fáciles), permitiéndote ir subiendo en el ranking de artesanos de Portia.

Para completar los encargos deberás reunir primero los materiales, ¿o acaso pensabas que te los iban a dar? Madera, cobre, piedra, carne, pieles, espinas, plantas, incluso las heces de algunos animales son componentes necesarios de las recetas, y tu trabajo consistirá, en buena medida, en hacerte con ellos. Para lograrlo no tienes más que talar árboles (¡ojo, que no crecen a la mañana siguiente!), picar piedra, recolectar lo que encuentres por los terrenos cercanos y atacar animales. ¿Os acordáis de las llamas de colores? Pues esas. O los

batpanda, que son una mezcla adorable de osos panda y murciélagos, o las ladybugs, que son mariquitas que te sacan una cabeza y van a dos patas (cada vez que las veo recuerdo a Wendolin, aunque si sois lo suficientemente jóvenes, no sabréis de qué hablo). Los erizos de mar voladores, gracias a sus paraguas, me dan un poco menos de pena, para ser sinceros.

También tienes la opción de visitar ruinas abandonadas en busca de materiales (cobre, estaño, piedra, resina…) y reliquias del pasado, que van desde un teléfono, un reloj, un joystick o incluso estatuas. En cada prospección, en cada golpe asestado a las paredes o suelo de las ruinas, tienes una oportunidad de encontrar una parte. Aunque como eso dejaría demasiado espacio para la suerte, tus amigos del Cuerpo Civil te equiparán bien con un jetpack (no hay nada más divertido que salir del hoyo en el que tú misma te has metido) y un visor que (pulsando la F) te permitirá localizar vetas raras y te indicará la distancia a la que se encuentran. En ellas no sólo encontrarás trozos de reliquias, sino también discos de datos (volveremos sobre ellos) y hasta mobiliario para tu casa (ventiladores y sofás es todo lo que he encontrado yo de momento).

La única forma de avanzar la sociedad es a través de la investigación científica de las reliquias que encontrarás en las ruinas, así como de los discos de datos, que contienen información valiosa. Aunque igual prefieres donarlos a la Iglesia a cambio de semillas y que el conocimiento muera allí. La elección es tuya. Y no es la única que ofrece el juego. Cada uno de los vecinos tiene diferentes interacciones posibles, desde hablar hasta hacer regalos, jugar a su juego preferido o incluso pelear, lo que hará que subas o bajes en su estima. De ahí a iniciar una relación sentimental puede haber dos o tres pasos. Y, quién sabe, hasta puede acabar en boda. Según la wiki dedicada, hay hasta 60 personajes diferentes, cada uno con una historia, una evolución y unas interacciones posibles. Y ello incluye a Pinky, un gato callejero del que también te puedes hacer amigo. Y no sé vosotros, pero desde el primer momento tuve claro que sería uno de mis objetivos finales.

La mecánica es sencilla, tienes un medidor de energía y cada segundo que pasa en tiempo real es un minuto de juego, de esta manera puedes ver tus encargos terminados en el día. O al menos en un par, y el margen temporal de cada encargo es más que suficiente. Los gráficos, como ya he dicho, son preciosos, y la idea de mostrar un mundo postapocalíptico en un entorno de lo más cuco me parece una apuesta arriesgada, pero que funciona. La única pega es que el juego sólo se graba mientras duermes, y si sales durante el día, al volver te encuentras no en el punto en el que lo dejaste, sino al inicio de esa mañana, con lo que tienes que volver a hacer las misiones y los encargos que no se hayan grabado. Igual con suerte esto lo solucionan en posteriores parches.

Y es que My Time At Portia no está terminado aún, ni de lejos. En enero de este año se lanzó en Steam una versión Early Access, o alpha, aunque bastante más terminada que otros juegos “completos” que he tenido la desgracia de comprarme (Age of Conan, te estoy mirando a ti). Y cada cierto tiempo introducen cosas nuevas, basadas no sólo en su propio guión, sino también en el feedback que la comunidad de jugadores va dando. El último parche incluía el sistema de logros de Steam y la posibilidad de cazar una llama y convertirla en montura (mi próximo objetivo, claro), entre otras novedades. Lo que, supongo, a algunos les parecerá una molestia (continuos cambios de mecánicas, apertura de mapas, etc), a mí me parece una delicia. Quizá porque entro solo de vez en cuando, en general cuando necesito relajarme, ver cosas bonitas y no pensar en exceso. Y para eso, My Time At Portia es un juego ideal. Para eso y por si quieres probar otra opción a Los Sims. Mi consejo: descárgate la demo en Steam y si media hora después no te has enamorado, ¡no vengas a decírmelo!

Ficha personal:

  • Historia: Más desarrollada de lo que parece, algunos recursos (como la festividad de los regalos) son realmente graciosos

  • Desarrollo de personajes: Hay un amplio elenco, lo que da muchas opciones, pero a veces agobia a los que acabamos centrándonos en una cosa cada día

  • Jugabilidad: Para mancos, o más (constantemente tienes en pantalla las teclas para moverte, o las de interacción)

  • Gráficos: Como de dibujos animados. De los bonitos.

  • Bola extra: Quiero a Pinky en mi casa

María Martín

Licenciada en Periodismo, llevo juntando letras desde que tengo uso de razón, y ganándome la vida con ello desde hace unos 20 años. Jugadora desde los años del Commodore 64, le debo todo lo que sé a Sierra Entertainment y LucasArts. Lectora empedernida y consumidora incansable de series y de cine, me desestreso con los shooters, adoro las aventuras gráficas y he dedicado cientos de horas a seguir siendo igual de desastre con los plataformas que cuando empecé. Si no me ves en la vida real será porque esté paseando por Azeroth con mi elfa druida.

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