El arte de pensar mucho y tener el tiempo justo

Ilustración de cabecera realizada por Belén Casas.

 

Quizás no sea la primera ni la última que piensa demasiado, o más bien que su cerebro no parece querer callarse nunca.

Es por eso que llevo muchos años viendo que tengo la manía de necesitar hacer muchas cosas al mismo tiempo. Quizás es porque estoy pensando que estoy perdiendo el tiempo, quizás es porque necesito obedecer a mi cerebro para no ‘perder el tiempo’…

…o quizás es que simplemente necesito que se calle del todo de alguna forma, y eso es: abrumando cualquier receptor cognitivo que me quede.

Es un concepto que un año de terapia y otros muchos de autoreflexión me ha llevado a identificar, pero que sigue existiendo en mi vida y, quizás, tampoco quiero que se vaya del todo. Un problema sí que es, vaya, pero es mi problema a fin de cuentas y lo gestiono como buenamente puedo.

Esto mismo se ha traducido en que, durante mi tiempo libre, empiece un momento de multitarea bestial. Admito que tampoco es que me pase todos los días, soy capaz de hacer una cosa a la vez muy focalizado y centrado…creo, o bueno, eso es otro problema del que ahora no hablaré. Lo cierto es que, durante el momento ‘multitarea’ siempre he tirado mucho de consola portátil. No era raro encontrarme viendo la tele y a la vez estar con la Nintendo DS o la Game Boy Advance (ahora también la Nintendo Switch), además de escuchar música; o incluso leyendo y viendo la tele a la vez.

Pero desde que no juego tanto en algo portátil y estoy más en el ordenador de sobremesa, me he dado cuenta que me cuesta encontrar ese punto de equilibrio entre el hiperfoco y la multitarea que me permite respirar entre medias. He probado varios juegos, como podría ser Cookie clicker (Julien «Orteil» Thiennot, DashNet, 2013) , Loop hero (Four Quarters, 2021) o, incluso, Teamfight Tactics (Riot Games, 2019), jugándolo en el teléfono mientras hago más cosas. Sin embargo, mi problema con ellos es que siempre acabo haciendo hiperfoco y, al finalizar, mi cerebro vuelve al punto de ‘has perdido mucho tiempo’.

Hasta que, de casualidad, en mi lista de Steam de recomendados me salió un jueguito que podría haber sido perfectamente creado para encajar en todo lo que me atrae: Rusty’s Retirement (Mister Morris Games, 2024).

Esta es la casita de Rusty, lo único con lo que empiezas

Sin ocupar siquiera la pantalla entera, pues apenas lo hace en un 25%, este adorable juego pixelado te transporta a unos campos cuidados por un viejo robotito llamado Rusty. A Rusty no hace falta que le des prisa para nada, él va de aquí allá viendo su trigo, sus coles y sus patatas, y da igual que hayas mejorado a sus ayudantes para que vaya a toda leche y que tenga amigos que le echen un cable; este colega está retirado y lo vive desde el minuto que empiezas.

La mecánica del juego es muy sencilla, pues básicamente debes plantar y automatizar poco a poco tus hectáreas de granja, pero apenas lo único que debes hacer es fijarte en que tienes semillas en los surcos. Todo va con su propio ritmo e, incluso, tienes un modo en la zona de ajustes llamado ‘Modo Concentración’ que hace que vaya aún más lento el crecimiento para que no sientas esa presión terrorífica de querer estar mirando todo el rato que todo esté perfecto.

Ejemplo de cómo se pueden colocar las cositas, los cultivos se convierten en bioenergía para poder construir las máquinas

De hecho, la forma en que se queda la ventana, te da pie a que mientras tienes a tus robots trabajando tranquilamente, tú estés haciendo otras cositas de forma simultánea y en ningún momento el juego te llega a penalizar por ello, o siquiera te da la alusión de que debes estar atento demasiado a ello. Ayuda a reforzar el sentimiento que todo el propio juego y su protagonista te transmiten: que realmente tienes un respiro y que no hay prisa ninguna para lo que está por venir.

Eso sí, todo está tan respaldado por la música, que es difícil no mencionarla. No hay sonidos de ni de clinks ni de clanks, por lo que solo ves cómo se mueven los robotejos de aquí allá haciendo sus quehaceres mientras tú haces los tuyos. Ninguno os molestáis el uno al otro y, a veces, es lo que uno busca a la hora de hacer multitasking: el poder hacer todo a la vez en un gran equilibrio. Por definirlo de alguna forma, pondría la música de estilo lo-fi, muy de cuerda y de clangs que te recuerda todo junto a una mezcla del espacio y el country calmado. Es muy agradable y, sin duda, la estética lo agradece ya que es lo que más hace hincapié a que lo haga perfecto. Es un pixel pequeño, que hace que las cosas sean detalladas pero a la vez simples y con unos colores dónde ninguno destaca por su brillo. Todo se mueve en gamas suaves de los colores, no muy chillonas ni estrafalarias, quizás haya alguna un poco saturada pero hasta un porcentaje que aún consideraría tranquilo.

¿Y a quién no le va a gustar una gama de color suave y neutra? ¿A quién no le va a gustar?

Este pequeño juego ha conseguido que pueda mantener el tan buscado equilibrio entre dos problemas que tengo, haciendo que pueda dedicarme a varias cosas a la vez (que necesito hacer, cómo escribir, leer, dibujar, etc, todo para mantener el flow creativo), con algo que me encanta hacer, pero me encuentro siempre pensando que pierdo el tiempo haciendo porque hay muchas otras cosas ‘mejores’ que podría estar haciendo: jugar y disfrutar del tiempo libre que tengo de una forma lo más sana posible.

Cierto es que debo seguir trabajando en hábitos y costumbres, pero me hace feliz saber que, poco a poco, se van creando juegos como este que permiten, a gente como yo, no sentirse tan mal consigo misma. Que vale la pena tomarse las cosas con cierta calma, darse un respiro y que hay cosas más allá de la constante presión de que el tiempo se nos va. Realmente, el tiempo lo dejamos ir haciendo cosas que no nos llenan, en vez de llenarlo con aquello que nos hace sentir que no hace falta pensar tanto y que realmente el tiempo no es tan justo como pensamos.

Irene Santos

Ilustradora con especialidad en creación de personajes y comic. Si me das un mínimo de personalización en un juego, lo voy a exprimir hasta que no se parezca a la pizquita de arena que me han dado. Se puede decir que el 2003, Pokemon Zafiro y mi Game Boy Advance me pusieron en el camino de las mejores historias de mi vida.

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1 comentario

  1. Maravilloso , me has dejado anonadado.

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