Ilustración de cabecera realizada por Pelusa Orbital.
Los juegos de gestión de recursos son mi perdición. Simplemente eso. Soy una loca de gestionar unidades, sopesar situaciones y tomar decisiones. Lo gracioso de todo esto es que creo que se me da bastante bien, todo lo contrario a lo que ocurre en la vida real: no gestiono bien el tiempo, las situaciones son más difíciles de sopesar y siempre tomo las peores decisiones.
Por suerte, This is the Police es un videojuego, desarrollado por Weappy Studio, donde encarnamos a Jack Boyd: oficial de policía de la decadente ciudad Freeburg. Nuestro deber es simple, como máxima autoridad del cuerpo de policía, debemos gestionar las patrullas e investigadores cuando una alarma salta en la ciudad. ¿El problema? La corrupción de la alcaldía, el desapego de nuestros agentes y la mafia. Sí, La mafia.
A Jack se lo ponen fácil: o eres el soplón y colaboras con la mafia o acabas dentro de una caja de cartón como tu segundo al mando acaba tras el primer día de juego. Jack acepta tras ver esta situación con la única condición de jubilarse cuando llegue a medio millón de dólares. ¿Por qué no al millón? Porque un millón lo pide todo el mundo.
Así es como nos embarcamos en la vida de Jack, presionades por la mafia y chantajeades por el alcalde Rogers. El alcalde no quiere mucho, solo quiere seguir en el poder; que las feministas no se manifiesten en la puerta del ayuntamiento; que enchufes a su sobrino de pésimas capacidades a trabajar bajo tu mando; que las reuniones entre él y la mafia no salgan a la luz… y todo esto depende de nosotres. Cada decisión moralmente correcta nos alejará de nuestra jubilación, mientras que, si escogemos decisiones moralmente cuestionables, nuestres compañeres se molestarán y nos alejaremos más de nuestra familia a cambio de unos suculentos dólares.
Habéis leído bien. Jack tiene familia. Una familia que se compone de una ex-mujer con la que no se habla y una ex-suegra con la que tiene una relación cordial. No obstante, como buen oficial de policía, Jack está casado con su trabajo. Y lo que importa aquí es hacer el bien o dejar que el mal campe a sus anchas.
This is the police es uno de mis juegos favoritos y no lo es solo por el tema de la gestión de recursos. Siento que el título refleja muy bien la importancia y fuerza del poder. Como jefe de policía tendremos el poder de decisión en diferentes ocasiones, sea despidiendo o no a tres mujeres agentes porque “hay demasiadas en el cuerpo y son más débiles”, o actuando o no cuando se produce un crimen que la mafia ya te había comunicado que iba a suceder.
El poder no solo se refleja en lo antes mencionado. También lo vemos en el alcalde Rogers, cortándote el grifo o premiándote cuando le haces favores. Aumentando tu salario cuando cumples sus órdenes, proporcionándote más agentes si lo necesitas. La iglesia también tiene su papel en este juego, pero ella y sus mecánicas aparecen a partir del primer tercio de juego y no me gustaría destriparlas. Obviamente, tiene un poder muy influyente, así que usarlo o no depende de lo pronto que te quieras jubilar.
Por último, el poder más obvio, la mafia, está desde el segundo 0 pisándonos los talones. O vamos desmantelando pequeñas mafias hasta llegar al cabeza de la familia Sands o seguimos sus sugerencias acompañadas de unos cuantos miles de dólares cuando ellos lo necesiten.
No quiero empezar un discurso de para qué sirve la ficción, de qué se nutre o qué nos deja. Pero como ciudadana que ha recibido golpes injustificados por manifestarme, creo que tengo un deber respecto a ello. Hemos hablado de la importancia del poder, pero no sirve de nada hablar de ella si no hablamos de la responsabilidad. Cada estamento de poder, tanto en el videojuego como en la vida real, está separado y encasillado en lo suyo: el legislativo, el judicial y el ejecutivo. El problema es cuando esa separación no es suficiente. Las esferas de poder colaboran entre ellas, sea cual sea su función. Están bajo las órdenes de su propia camaradería. Son un círculo hermético, donde existen silencios cuando algo falla. Donde la información corre libremente entre ellos. Donde, se tome la decisión que se tome, se respaldarán. No quiero comparar los círculos de poder de nuestro país con un Boy’s Club porque no tengo la capacidad para ello pero, a mi triste parecer, hay poca diferencia.
Yo nunca seré como Jack Boyd y me veré entre la espada y la pared por hacerle caso o no a la mafia. A mí el alcalde no me pedirá favores éticamente cuestionables y mucho menos la iglesia se acercará a mí. Yo no tendré sus poderes. Pero tengo el mío, la responsabilidad. La responsabilidad de estar manifestándome en la puerta del ayuntamiento por el feminismo. La responsabilidad de denunciar corrupciones y difundirlas para que más gente pueda saberlo. La responsabilidad de gestionar bien mis recursos para intentar hacer una sociedad mejor.
Ya he dicho antes que hacerlo en el mundo real no se me daba tan bien como en los videojuegos.
Al menos lo intento.
Y seguiremos haciéndolo mientras podamos.
Ay, siempre me ha llamado la atención el juego cuando se me ha cruzado, pero no puedo con los de gestión… Aunque eso da bastante igual, me ha gustado mucho que aparte de lo que haya querido contar el juego, nos cuentes la parte personal que conllevan las decisiones que si podemos tomar y las responsabilidades que están en nuestro lado.