Imagen de cabecera realizada por Irene Santos
¿Quién iba a decir que un juego con una premisa tan sencilla podría ser así de divertido? Hoy vengo a hablaros de Untitled Goose Game (House House, 2019). Hace poco tuve la oportunidad de jugarlo, ya que últimamente agradezco mucho los videojuegos simples que me hacen desconectar y pasar un buen rato. Y este, sin duda alguna, cumple de sobra con ese cometido.
En Untitled Goose Game nos ponemos en la piel de un ganso. Sí, un ganso. Reconozco que cuando escuché hablar de él no entendí como una idea así podía resultar atractiva, ni cómo a la gente le parecía tan divertido. Pero estar a los mandos es otro tema, y la fama que se ganó este título es más que merecida.
Nuestro cometido en el juego es bien simple: cumplir una serie de tareas para poder avanzar a través de un pueblo. Y es que deberemos tomar el control de un ganso que una buena mañana sale de su casa para ir a molestar al vecindario. Nuestras misiones son variadas, tendremos que hacer cosas tales como: robar algunos objetos para hacer un picnic, asustar a alguien para que vaya a un lugar concreto, hacer que alguien se atragante, hurtar unas zapatillas…Y así a través de montones de labores que nos permitirán seguir adelante. El juego se divide en varias secciones, y al cumplir las tareas de cada una podremos ir pasando hacia la siguiente.
El modo de juego no tiene mucho misterio, tenemos un botón para coger cosas, otro para agachar el cuello y agarrar otras más inaccesibles, otro para correr, otro para graznar, y uno más para abrir las alas (este último no sirve para absolutamente nada, pero siempre está bien ir pavoneándose por ahí cuando acabas de hacer alguna fechoría). Para llevar a cabo cada misión debemos hacer uso de nuestro ingenio, ya que a medida que avanzamos se vuelve más complicado sortear a los vecinos, que claramente ya están hasta la coronilla de que unos gansos vengan a corromper su paz. Nos espantarán si nos ven haciendo algo que no les guste, e incluso si simplemente estamos en algún lugar que no nos corresponda. Así que el sigilo juega un papel fundamental para proseguir.
El título se puede jugar en solitario o en cooperativo (siendo éste un modo que se añadió en 2020). He de decir que en esta segunda modalidad el juego gana mucho, porque siempre es más divertido contar con compañía la hora de cometer vandalismo. Además, las opciones se incrementan en el gameplay a la hora de completar nuestras tareas: uno puede despistar para que el otro robe algo, se pueden agarrar objetos de manera conjunta, arrastrar al otro ganso si se mete en una caja, etc. La risas están aseguradas, porque os pasaréis gran parte del tiempo buscando nuevas maneras de molestar a la gente, más allá de vuestra lista de tareas.
La interacción con el entorno es fundamental, ya que tanto objetos como personas reaccionan a nuestra presencia y acciones. Lo divertido del juego al final es esto, poder ver cómo influimos en lo que sucede a nuestro alrededor. Además, aunque los escenarios son pequeñitos y simples, si investigamos un poco podremos encontrar en ellos diferentes objetos opcionales que nos pueden ayudar en nuestro camino hacia el mal.
Visualmente, Untitled Goose Game está ilustrado bajo la técnica cel-shading. Los diseños son minimalistas y no existen líneas de dibujo, lo que le da un aspecto más simple. La paleta de colores tiene personalidad propia, con esos tonos tan atenuados, que personalmente me han resultado muy agradables. Quizás una apuesta por tonos más saturados se me hubiese hecho más cansada a la vista, por lo que lo considero una elección perfecta que centra la atención en lo verdaderamente importante: la acción. Por otro lado, las animaciones también tienen un peso tremendo, están hechas de tal forma que le dan mucha personalidad a los inocentes habitantes del pueblo. Pero sobre todo a nuestros gansos, de verdad que resultan totalmente creíbles.
Además del aspecto visual es importante mencionar la banda sonora, que se compone de los arreglos de Dan Golding sobre los temas de Claude Debussy. Lo bueno de la música en este título es que se amolda a nuestras acciones, así que nos acompaña a la perfección cuando hacemos algo malo, o cuando nos pillan. Huir de algún aldeano cabreado mientras los compases musicales se unen a nuestra carrera le aporta un grado mayor de satisfacción a lo que hacemos.
El juego se puede completar en unas tres horas. A priori podría parecer una duración muy reducida, pero creo que va acorde con lo que ofrece, y que en algunos casos lo bueno y breve, dos veces bueno. Además, la duración dependerá en gran medida de lo que nos entretengamos creando el caos a nuestro alrededor. Porque al margen de nuestras misiones obligadas para poder avanzar por el escenario, se nos irá la vida buscando nuevas formas de asustar a los vecinos, o simplemente de complicarles su apacible vida.
Y es que la labor de un ganso malvado no se reduce únicamente a cumplir con una serie de objetivos que podrían parecer aleatorios, lo cierto es que todo esto tiene un fin. Y creedme, ese fin no tiene el más mínimo desperdicio. Cuando llegamos al final de nuestra aventura sentimos la realización más plena, y podemos ver como todo lo acontecido ha servido para un propósito superior.
Sé que quizás llego un poco tarde, y que la mayoría ya habréis disfrutado de esta propuesta. Pero para quienes, como yo, tuviesen reticencia y aún no lo hayan jugado: hacedlo. No os arrepentiréis. Pese a su simpleza, Untitled Goose Game, tiene un encanto propio que os atrapará. A veces no se necesita más, la mayor parte del tiempo la magia está en los detalles.