Ilustración de cabecera realizada por Irene Santos Rubio.
Bienvenides a la sección mística de Terebi Magazine. Hoy quiero hablaros de algo muy especial. Cuando me adentro en un videojuego, mi salón se convierte en un templo y el mando de la Play en un objeto sagrado que me da la oportunidad a mí, humilde mortal, de servir a entes y mundos más allá de la pantalla. Cuando alguien va a hacer algo así necesita sentirse segure, ¿no? Una experiencia extática mal realizada no suele salir bien. Mejor no correr riesgos que te hagan terminar chillándole al señor que tienes al lado que no para de hacerte mansplaining sobre cómo pulsar el R1. Por eso, normalmente, prefiero hacerlo en soledad.
Sin embargo, en esta mi búsqueda espiritual videojueguil he descubierto un ritual que, en ocasiones, me reconforta muchísimo y que sí se realiza en compañía. A este ritual lo llamaremos “Cuando dos se vuelven uno”. Se trata de la situación en la que dos jugadores controlan a la vez una de las respectivas mitades de ese objeto mágico que es el mando.
Las vivencias generadas por el pequeño número de juegos que ofrecen este sistema pueden llegar a ser preciosas. Animo a cualquier fiel a practicar el ritual al menos una vez. Aun así, si no se siguen una serie de pasos, pueden darse consecuencias terribles. Por ello, os traigo tres consejos para que realicéis vuestro “Cuando dos se vuelven uno” de forma segura y responsable.
1. Buscad como acompañante a una persona con la que tengáis confianza y con la que podáis sentiros relajades:
Hay que tener en cuenta que vais a compartir un único mando, un único puente de acceso al mundo al que os dirigís. Va a ser muy importante que hagáis propuestas, que escuchéis, que digáis qué necesitáis, que sepáis delegar y que seáis conscientes de las fortalezas y flaquezas de une y otre para poder compensaros y apoyaros. Al contrario que otras veces, no tendréis el control absoluto de cómo vais a desarrollar vuestra incursión, por lo que esta comunicación constante es fundamental.
Pensad además que es un ritual que requiere mucha cercanía física. Estaréis probablemente sentades en el mismo sofá y vuestras manos estarán muy juntas en todo momento, llegando a rozarse y a tocarse. Más allá de que podéis recrear vuestra propia versión del tropo almost holding hands, planteaos de verdad con quién os sentís lo suficientemente cómodes como para establecer este tipo de contacto.
Conclusión: puede que el compañero de piso al que le has pedido ocho veces que friegue sus platos no sea la mejor persona con la que realizar “Cuando dos se vuelven uno”.
2. Reflexionad sobre el tipo de experiencia conjunta que queréis vivir:
En la Grecia clásica no se esperaba lo mismo de un rito de culto a Dionisos, dios del vino y del teatro, que de las ofrendas a Hestia, diosa del hogar. Del mismo modo, no esperamos jugar de la misma forma o sentirnos de manera similar con dos videojuegos distintos. Este consejo es aplicable a cualquier rito gamer, pero con “Cuando dos se vuelven uno” debéis preguntaros no solo qué es lo que vosotres buscáis, sino también lo que la otra persona busca. Por ejemplo, si tu pareja y tú sois dos personas queer hartas del patriarcado, las deidades de A Way Out (Hazelight Studios, 2018) probablemente os interesen más bien poco (me lo ha dicho une amigue). Así pues, de forma breve, aquí van dos recomendaciones muy distintas entre sí.
Sobre la primera, hay quien dice que se puede jugar sin acompañante. Si me preguntáis a mí, a no ser que tengas ojos de camaleón, una enorme capacidad de disociación entre la mano derecha y la izquierda y muchas ganas de llorar sin alguien que te abrace, me parece complicado. La cuestión es que si lo que buscáis es una historia sencilla y bien narrada, un apartado visual y sonoro evocador y la llegada al éxtasis a través de la liberación de lagrimones como puños, no os perdáis Brothers: A Tale Of Two Sons (Starbreeze Studios, 2013). Puzles accesibles, universo inspirado en el folclore nórdico, dos hermanos en busca de un elixir para salvar la vida su padre, un viaje en el que no faltan el crecimiento, el aprendizaje y la pérdida… Gracias a estos ingredientes, le adepte con quien estés llevando a cabo el rito y tú podréis uniros a través de la ternura, la belleza y el dolor.
La segunda propuesta podría considerarse un equivalente en videojuegos al ritual dionisiaco de desmadre, frenetismo, pérdida de control y comida volando. Si lo conocéis, sabréis que me estoy refiriendo a Overcooked (Ghost Town Games, 2017). Tu compañere y tú vais a establecer distintas estrategias que luego ningune va a seguir. Vas a pedir una lechuga y te va a enviar un tomate. Vais a quemar la cocina. Os vais a estresar cual estudiante de EBAU para conseguir tres estrellas en cada pantalla. ¿Y sabéis qué? Va a merecer la pena por la satisfacción de alcanzar los objetivos más complicados y porque les dioses de Overcooked han decidido que, por tus servicios, te vas a reír lo que no está escrito.
3. Si en cualquier momento empezáis a notar que hay tensión entre vosotres, DETENED EL RITUAL:
Estáis jugando para que seres de otros mundos os recompensen por vuestras ofrendas haciéndoos pasar un buen rato. Si no lo hacéis, podríais ofenderles y dudamos que fuerais bien recibides la próxima vez. Recordad que el objetivo principal de jugar, ya sea a un videojuego o a cualquier cosa, es disfrutar. Sin disfrute, el juego no tiene sentido.
“Cuando dos se vuelven uno” es un rito muy poderoso y puede conseguir que os unáis contra cualquier adversidad. Aun así, si no se realiza correctamente, puede provocar que os distanciéis por motivos que, en realidad, no tienen trascendencia alguna. No hay ninguna obligación de que la partida sea perfecta ni de conseguir que todo salga a la primera. La única forma de jugar bien es que les dos lo paséis lo mejor posible. En el momento en el que eso no esté pasando… Dejadlo. Ningún videojuego es más importante que la persona que tenéis al lado.
Y hasta aquí llega la sección mística. Si tuviera la misma capacidad de estirar chicles que Behaviour interactive con los DLC de Dead By Deadlight (2016), hablaría de otros rituales. Por ejemplo, “Les gamers no son yoguis” consiste en aprender la forma apropiada de sentarse durante la experiencia religiosa. Sin embargo, es posible que esta haya sido la primera y última entrega de la sección por mi parte. Si tenéis cualquier duda sobre la realización de “Cuando dos se vuelven uno”, nuestro apartado de comentarios, al igual que la puerta al mundo de los gamespíritus, siempre está abierta. Que Trico, el último guardián, os guíe en vuestro camino.