Imagen de cabecera realizada por Maria Corredera
Existen juegos que todes sabemos que vamos a jugar antes incluso de ver las primeras imágenes, no digamos ya un tráiler, un gameplay o una beta. Son esos títulos que, o bien por su temática, por el cariño que guardemos a títulos previos de la saga, o a los estudios desarrolladores, saben que tienen una clientela asegurada antes del día de lanzamiento. Eso es exactamente lo que me pasa a mí con cada título relacionado con Sherlock Holmes, especialmente los de Frogwares. Por eso, el día que anunciaron Sherlock Holmes: Chapter One (Frogwares, 2021) no había ningún misterio que resolver sobre si lo jugaría o no. Y, sin embargo, contra todo pronóstico, ha estado a punto de no pasar.
Cuando se anunciaron las plataformas en las que podría jugarse, sufrí mi primera decepción. Que existiera una versión para consolas de última generación es más que normal: es lo ideal si quieres atraer a quienes están a la última. Pero ¿qué hay de las personas que, y somos legión, no hemos podido hacernos con una de esas? ¿Desde cuándo mi PS4 no es lo suficientemente buena para permitirme investigar casos como el detective británico? Sobre todo cuando conseguir la consola adecuada es más difícil que hacerse con el Santo Grial. Sin embargo, la escasez de hardware no fue motivo suficiente para lanzar una versión compatible con modelos “antiguos” en su lanzamiento y, dada la actualidad –Frogwares es un estudio ucraniano, para quien no lo sepa-, no es de esperar que suceda en un futuro medianamente cercano. Así que finalmente tuve que rendirme a la evidencia y conformarme con la versión para ordenador que no voy a poder compartir. Sí, ya sé que también hay versión para Xbox Series S, que es más fácil de conseguir, pero tampoco era una solución.
Una vez subsanado el primer problema de acceso, me quedaba la segunda espinita, que había ido leyendo en numerosas críticas y avances: el combate. Los desarrolladores no sólo habían cambiado el sistema de las ediciones anteriores -algo habitual en un reboot de la serie- sino que, además, ahora parecía más presente que nunca. Soy de las que se han desestresado en algún momento de su vida disparando a zombies en The House of the Dead, o disfrutado de otros títulos como Tomb Rider o The Last of Us, pero, siendo muy sincera, las peleas son algo que me sobran, y mucho, en juegos como el que nos ocupa. Así que la idea de tener que pegar tiros para avanzar en las investigaciones es algo que nunca me ha convencido del todo. Las anteriores entregas casi no tenían escenas de este tipo y el sistema –Quick Time Events – permitía no tener que pensar demasiado, así que no suponían un gran problema para mí. Pero, ¿qué podía esperar de esta entrega? El tráiler desvelado en octubre del año pasado -con Sherlock disparando, buscando cobertura o esquivando- no ayudaba nada a que me emocionaran las perspectivas. Insisto, no es que no me guste el combate, es que no me gusta en este tipo de juegos. Afortunadamente, y será lo último que diga sobre el tema, existe la opción de omitir los combates desde el menú de opciones del juego. ¡Problema solucionado entonces!
Así que, resueltos los inconvenientes, sólo me quedaba disfrutar de hacer funcionar las neuronas y descubrir qué sorpresas nos habían preparado los desarrolladores.
La primera de ellas, la de ofrecer un mundo semiabierto -no lo llamaré abierto del todo porque está confinado a una islita – por el que movernos libremente y en el que nos esperan cerca de 30 casos extra -sin contar DLCs – con los que poner a prueba tus habilidades como detective. Ninguno de estos casos es relevante para la historia principal, y puedes elegir entre perseguirlos o dejarlos de lado durante casi toda la aventura. Sólo hay un momento en el que la decisión que tomes implicará que no puedes volver atrás y que el desarrollo futuro sea lineal. Sin embargo, no meterte de cabeza en ellos es una pérdida. No sólo podrás practicar tus habilidades, y las de Sherlock, sino que, además, conseguirás coleccionables con los que hacer acciones extra, como decorar la casa de la infancia de Sherlock. Algo que, si eres una adicta a Los Sims, disfrutarás enormemente. Lo mismo con los disfraces de Sherlock: siendo una de las características principales del detective de Conan Doyle la de ser capaz de pasar desapercibido gracias a sus cambios de apariencia, resultaría una pena no sacarle el mayor partido ¿no?
Las mecánicas del juego no resultarán nuevas para seguidoras de la saga, con alguna pequeña sorpresa, y siguen la premisa básica de los títulos previos de Frogwares: nada de llevar de la manita o de señalar con una X gigante el siguiente paso. Sin embargo, sí habrá pequeñas ayudas para seguir avanzando en forma de anotaciones y comentarios, de manera que, en realidad, nunca estés tan perdida como un pulpo en un garaje. La selección de la dificultad a través del menú de juego también ayudará en esta tarea, claro. Y, para que podamos (re)acostumbrarnos al juego siempre tenemos el prólogo, en el que devolver un bastón olvidado nos llevará a intentar resolver un asesinato.
Algo que no ha regresado con fuerza es la opción del “Palacio Mental” de Sherlock. Allí podrás unir las pruebas que vayas recopilando hasta ofrecerte opciones de resolución de un caso. Es importante recordar que siempre hay más de una, incluso en el mismo prólogo, y que deberá ser la jugadora la que decida cuál es la mejor opción o incluso, la mejor resolución final. Porque, una vez descubierto el asesino, también puedes decidir si quieres ayudarle a escapar o entregarle a la policía, por poner un ejemplo. Incluso el caso final tiene más de una opción. Ninguna es “correcta” per se, lo que se traduce en un final abierto que permite disfrutar del juego alguna que otra vez. No olvidemos tampoco los retratos de los personajes, que cambiarán nuestra percepción de ellos y algunas opciones de interacción si no los deducimos correctamente. Meter la pata también puede resultar divertido. Y, como siempre, es una inteligente forma de permitir que vuelvas al juego después de terminarlo la primera vez.
Lo que tampoco podía faltar en una aventura de Holmes es la presencia siempre útil de un socio, acompañante o sidekick. John Watson aún no ha aparecido en la vida del detective (recordemos que es un reboot), así que la eterna sombra que acompañará a Sherlock mientras desvela el misterio de la muerte de su madre será Jon, alguien que le ha acompañado desde su infancia, que actúa como la perfecta caja de resonancia. Acompañante que también esconde algo especial que, como en cualquier caso de Sherlock, también puedes descubrir por ti misma. Solo tienes que prestar atención a las sutiles claves y pistas que el juego te va dando. Y si no lo consigues, no hay que preocuparse, en cualquier caso el misterio se descubre a lo largo de la historia -hay un millón de spoilers de esto en la web, pero me niego a participar en ello -.
Curiosamente -o no -, el único enfrentamiento que he leído en estos meses desde su lanzamiento que ha tenido sus defensores y sus detractores -y estos no siempre por lo mismo – no está relacionado ni con las mecánicas, ni con los gráficos ni con la historia, sino con la representación de minorías y comunidades. Al comienzo del juego, Frogwares incluyó un desclaimer en el que se avisa de que se ha intentado reflejar la discriminación que ciertos colectivos sufrían en la época victoriana, como un intento de reflejar esas vivencias y añadiendo que “estos estereotipos estaban mal entonces y lo están ahora”. Mientras jugaba he sido consciente de estos estereotipos dañinos, e incluso alguna escena de diálogo me ha hecho rechinar los dientes, pero tengo serias dudas de que estas escenas vayan a sensibilizar a nadie que no estuviera sensibilizado previamente. Leer cómo se asigna mal el género a un personaje trans continuamente no es plato de buen gusto, aunque intuyas un intento de trasladar una vivencia y de provocar una reacción de disgusto. E insisto, me pregunto si alguien que fuera indiferente a estas realidades antes ha sentido esa reacción en el juego. Por supuesto, no hay quien ha aprovechado el disclaimer mismo para intentar desacreditar el juego calificándolo de “woke” -original apelativo donde los haya -. Lo malo es que, en mi opinión, acaba quedándose a medio camino, en tierra de nadie, y no termino de verle el sentido. Aunque, me temo, esto daría para -al menos – un artículo solo sobre este aspecto del juego.