El descenso del héroe

Cada vez es más común encontrarnos con obras donde los villanos, o villanas, lejos de ser personajes planos con una sed de maldad incomprensible, poseen historias que nos hacen empatizar. Les entendemos, y seguro que alguna vez hasta habéis dicho: “Oye, pues estoy de su parte”. Un buen personaje, sea del tipo que sea, enriquece la historia, es un hecho. Y para ello necesita motivaciones lógicas, desarrollo personal y hechos o conflictos que le lleven de un punto a otro.

Si hablamos de la saga Metal Gear Solid es indiscutible que no anda falta de buenos trasfondos. Villanos incluidos. Es más, lo habitual es que previo enfrentamiento con cada uno de ellos nos cuenten una cruel historia de cómo llegaron a convertirse en lo que son ahora (algo muy japonés). Podría extenderme muy ampliamente revisando únicamente a los más elaborados, y aun así me faltaría artículo, ya que la saga cuenta con algunas de las mecánicas más originales para vencer a sus diversos jefes finales.

Enfrentamiento final de Metal Gear Solid 3

Pero hoy no he venido a hablar de eso, hoy me centraré en el camino de una de las figuras más icónicas de toda la saga: “Big Boss”. Pintado como un mercenario implacable, conocimos a Big Boss en un primer momento como el enemigo a batir en Metal Gear (1980, MSX), un mercenario para el que el fin siempre justifica los medios. Tuvimos que volver a enfrentarnos contra él en Metal Gear 2 (1990, MSX2) a manos, otra vez, de Solid Snake, (hecho que resultó altamente confuso y que obtuvo explicación en Metal Gear Solid V: The Phantom Pain (2015)). Sin embargo, tiempo al tiempo, como dijo Jack el destripador “Vayamos por partes”, y para ello tenemos que empezar por mencionar a John, presentado como Naked Snake en Metal Gear Solid 3 (2004, PS2).

Que mezcla de sensaciones cuando en Snake Eater nos vimos a los mandos de un joven e inexperto “John”, conscientes de que en algún momento se acabaría convirtiendo en el legendario “Big Boss”. ¿Quién no empatizó con su historia? ¿Con sus inicios? El soldado modélico, obligado a acabar con su mentora tras la deserción de la misma en plena guerra fría. Lloré con el final, lo admito, pero ¿cómo no iba a hacerlo con esa última batalla cara a cara contra “The Boss”? Para mí este personaje es el alma de toda la saga, es la chispa precursora que encendió las llamas que movieron a todos los demás, que motivó la creación de los Patriots y cuya misión cambió a John para siempre. Enterarse de que todo era un engaño, un truco político y que ella jamás traicionó a su país, si no que lo hizo todo de manera patriótica, su misión, morir para evitar una guerra nuclear es lo que marca el inicio de todo el entramado de la saga Metal Gear. 

Big Boss no pudo cumplir su objetivo personal de exponer a los verdaderos artífices de todo: los que gobiernan el mundo. Quería dejar de ser una marioneta a manos de los más poderosos. Una artimaña que Snake (ya en este momento con el título heredado de Big Boss) jamás podría perdonarles. Cansado de ser utilizado por los poderosos (e incluso por sus propios camaradas) Big Boss creó “Militaries sans Frontières”. Una organización originada para soldados sin patria. Un proyecto destruido tras otra nueva traición, hecho que le mantendría durante nueve años en coma. Tras despertar comienza el camino oscuro, el camino hacia Outer Heaven y Zanziba Land.

El descenso del héroe, la transformación al villano, al diablo. Muchos se esperaban una motivación épica para este cambio final, una gota que colmase el vaso lleno de drama y genialidad. Algo con lo que empatizar y justificar al que se había convertido en uno de sus personajes favoritos, porque cuando nos gusta un personaje que no es el “bueno” de la historia tendemos a buscar motivos que le den la razón  (lo que me recuerda a esas pobres niñas que ahora llevan el nombre de Daenerys, una genocida). No fue inmediato, se trata de la consecuencia de montones de golpes, de decepciones, caminos truncados, pérdidas… Big Boss no llega a ser quien es de manera épica, sino que lo hace de forma cobarde, dejando que un fiel camarada pague sus deudas de sangre por él, que se exponga y se ponga en peligro por él… sin pedirlo, sin ofrecerse a ello. Un hombre  frío y egoísta.

Big Boss apuntando con un arma (Metal Gear Solid V)

Este es, en mi opinión, el momento decisivo. El punto de no retorno. El momento en el que el fin lo justifica todo. Sea al precio que sea. Porque sí, tal vez sus ideales sean nobles, quizás su necesidad de seguir los pasos de The Boss podrían provocar que el mundo fuese un lugar mejor. Pero incluso con esta determinación su gran mentora abandonó todo y se sacrificó, a sí misma y a todo cuanto perseguía, por evitar un conflicto bélico. A pesar de saber que sería reconocida mundialmente como una traidora. El momento en el que alguien se abandona a sí mismo por perseguir ciegamente un ideal, cuando tergiversa sus propias motivaciones, cuando para alcanzar su objetivo es capaz de cualquier cosa, ahí se dice adiós al héroe… al hombre. Así nace  “Big Boss”.

Sé que para muchos y muchas esta caída final de John fue una absoluta decepción, quizás esperaban ese último acto de rebeldía que abriría el camino hacia Outer Heaven. También lo esperaba, lo reconozco, meditaba ansiosa sobre cómo sería ese último paso previo al final de todo cuanto se nos había presentado con anterioridad. Y, sin embargo, al descubrir lo que Kojima nos tenía preparado me pareció absolutamente brillante. Porque no siempre es necesaria una gran experiencia de inflexión, una última vivencia traumática para equivocar tu camino. Al final somos el resultado de todo: lo vivido, lo sufrido, lo pensado, lo que nos contaron… incluso de todo aquello que malinterpretamos en su momento. 

Las ideas nos arrastran y no todo es blanco o negro. Existe una amplia gama de grises dándole forma a cada una de nuestras decisiones. Conseguir que sintamos que estas decisiones bien podrían ser tomadas por cualquiera es algo en lo que Kojima hace hincapié en varias ocasiones: “Yo soy tú y tú eres yo. Lleva eso a donde quiera que vayas”. Eso es lo que hace que esta caída a los infiernos se sienta tan real, tan mundana al mismo tiempo, tan sucia. Porque no hace falta llevar un monstruo dentro para hacer algo malo, lo único que necesitas es dejarte llevar por tu propia oscuridad.

Venom Snake (Metal Gear Solid V)

Noe Alcaraz Soler

Con formación de ilustradora y alma de escritora. Busco en los videojuegos ese "algo" que remueve por dentro. De pequeña guardaba en un cuaderno los diálogos de Final Fantasy y aún puedo emocionarme si pienso en el final de MGS3.

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