What remains of Edith Finch – la lucha entre misterio y realidad

Ilustración de cabecera realizada por Lucía Gallego.

What remains of Edith Finch (Giant Sparrow, 2017) es una aventura narrativa en primera persona en la que las jugadoras, de la mano de su protagonista Edith Finch, se sumergen en la trágica historia de su familia y de la extraña maldición que sufren. Esta maldición hace que únicamente sobreviva un miembro de cada generación, encargado de mantener la historia viva y continuar la familia.  

La casa de los Finch está situada en lo alto de un acantilado al borde del mar, en mitad de un frondoso bosque. A pesar de su aspecto abandonado y sucio, se alza imponente contra el cielo nublado. Su característica silueta se debe a las sucesivas ampliaciones de la casa, a medida que la familia crecía y era necesario más espacio. A pesar del abandono tanto de la propia fachada como del entorno, se puede ver que es una casa que antaño fue señorial y que fue perdiendo esplendor con el paso de los años y el desgaste familiar.

En el interior de la mansión, las jugadoras se encuentran con el caos propio de la vida diaria de una familia, congelada eternamente en el tiempo lo que convierte la casa en un museo. La huida apresurada de sus habitantes se puede observar en los efectos personales dejados atrás y los recuerdos familiares abandonados. El interior cuenta la historia de sus habitantes, uniendo el pasado y el presente en una armonía en la que una televisión y retratos antiguos pueden convivir sin desentonar. Esta sensación de irrealidad y de estar en un macabro museo aumenta cuando Edith explica que se fueron añadiendo habitaciones para los nuevos Finch en lugar de utilizar las que estaban vacías porque Edie, la matriarca, quiso mantener cada habitación en el estado exacto en el que estaba cuando su ocupante fue víctima de la maldición. Cada habitación se convirtió así en un santuario en honor de su habitante, reflejando la personalidad y la historia de cada uno de ellos. En estos santuarios también se puede encontrar un breve relato de los últimos minutos de vida de cada uno de ellos. Estos relatos, escritos por cada uno de sus protagonistas, no son un reflejo exacto de sus trágicos destinos, están escritos con ciertas licencias literarias de manera que la maldición y  la muerte se convierten en algo místico y real. Junto a estos escritos, Edie coloca retratos que ella misma pinta para honrar a cada uno de ellos.

Este misticismo y esta reverencia por la maldición se ven enfrentados durante todo el juego a través de la figura de Dawn Finch, la madre de Edith. Dawn es una mujer moderna, que no cree en la magia y que se presenta continuamente como una fuerza opuesta a Edie. Quizás como forma de rebeldía, quizás por haber nacido y crecido en otra época, Dawn rechaza las creencias de la matriarca y clausura todos los santuarios dedicados a sus familiares, intentando dejar esa parte del pasado atrás. Así pues, donde Edie representa el pasado y el legado familiar, Dawn existe para representar un futuro menos oscuro en el que no existe maldición alguna y las tragedias tan sólo son una suerte de desafortunadas coincidencias. Este enfrentamiento entre el pasado y el futuro se ve reflejado en todas las interacciones que tienen ambas con Edith. 

La propia huída y abandono de la casa por parte de Dawn y Edith es detonada por este choque de Dawn contra su pasado y su necesidad de abandonarlo para poder construir un futuro. Después de perder a dos de sus tres hijos, Dawn huye de la casa con Edith dejándolo todo atrás en busca de una nueva realidad en la que la magia no sea la explicación a cada mínimo suceso. Incluso la muerte de la propia Dawn representa esta búsqueda de la racionalidad, la vida moderna y lo mundano al sucumbir a una enfermedad en un hospital moderno. Como contrapunto, de nuevo está Edie, quien se niega a abandonar la casa y, cuando aparecen los empleados de la residencia que iba a ser su nuevo hogar para recogerla y llevarla allí, se encuentran con que ha desaparecido de manera misteriosa y nunca más se vuelve a saber nada de ella, añadiendo una nueva capa de misticismo al legado de los Finch.

En toda esta historia Edith se presenta como una observadora curiosa y atraída por las historias de su bisabuela puesto que ve el mundo con la ilusión de una niña que aún no ha dejado de creer que la magia es real. No es una voz completamente neutral puesto que una parte de ella no comprende la racionalidad de su madre y su necesidad de explicar el mundo a través de la lógica. Edith se ha criado en un mundo en el que las maldiciones, los sucesos paranormales y los misterios son algo real. La desobediencia hacia su madre cuando esta intenta que no lea el cuaderno con las historias de Edie es el ejemplo de que se siente atraída hacia esa parte de su pasado. Las jugadoras se sumergen en la historia a través de los ojos de Edith, por lo que la narración está teñida con esa curiosidad que siente hacia la tradición familiar, la maldición y la historia de sus antepasados. Sin embargo también es capaz de reflejar un cierto escepticismo, heredado de Dawn, que hace que la narración incluya un punto de duda y una necesidad de racionalizar cada una de las muertes de sus familiares. 

Edie Finch no deja de ser una mujer de su tiempo, criada en una época en la que las supersticiones inundaban cada pequeño aspecto de la vida cotidiana. Quizás por ello, su forma de sobreponerse al duelo era convertir cada pérdida en algo místico que ocurrió por un motivo mayor que cada uno de los Finch. De esta misma manera, Dawn necesita creer que estas pérdidas ocurren por motivos mundanos, un secuestro, un mal diagnóstico de una enfermedad mental… Puesto que ella pertenece a una época en la que esas supersticiones dan paso a la ciencia y la racionalidad. 

What remains of Edith Finch nunca llega a dejar claro si la maldición es algo real y estos sucesos ocurren en un mundo en el que la magia impregna cada rincón o si surge únicamente de la necesidad de dar sentido a la tragedia por parte de una familia rota de dolor por las pérdidas. 

De esta manera, queda a la interpretación de cada jugadora si la maldición es o no real. Para mí, no es del todo real, puesto que muchas de las tragedias podrían haber sido evitadas fácilmente. A pesar de ello, tiene sentido que se hable de maldición puesto que es un cúmulo de desgracias mantenidas a través de los años. ¿Y vosotras? ¿Sois como Edie y creéis en la magia o sois más como Dawn?

Irene González Velasco

Graduada en Ingeniería del Software. En mis ratos libres me dedico a hacer jueguitos, escribir y a no saber leer mapas en ningún juego y dar mil vueltas para llegar al sitio correcto.

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2 comentarios

  1. Irene, precioso texto! no había jugado a este juego por el momento, pero me acaban de dar unas ganas inmensas. Por cierto, yo soy de team magia, sin duda alguna. ¡Gracias por un texto tan chulo!

  2. Voy a contestar que soy más de magia, porque no hay ciencia que explique que cada vez que entro en Terebi me tropiece con un texto que me guste y me aporte algo.
    Me acabo de dar cuenta, gracias a ti, de lo mucho que se parece la casa de los Finch a la Casa Winchester.
    Gracias por hacerme un poquito menos tonto cada día.

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