Imagen de portada saca del documental La Once (Maite Alberdi, 2014)
Todo empezó como una aventura tímida. Con interés mezclado con algo de reparo, con ganas pero infinitas barreras que habíamos ido construyendo a lo largo de los últimos años. Éramos mujeres que querían escribir sobre videojuegos, y se nos acababa de presentar la oportunidad.
Bajo el ala de FemDevs éramos muchas las que nos habíamos animado a compartir inquietudes y pasiones; recuerdo su Slack echando humo cada día, las conversaciones eternas, los hilos que empezaban a tejerse y que muchos de ellos siguen uniéndonos desde entonces. Una de esos cabos lo lanzó Marina Díez, que llevaba tiempo escribiendo en Nivel Oculto y tiempo también barruntando la posibilidad de crear una revista digital que diera un espacio a mujeres que quisieran hablar sobre videojuegos desde una perspectiva cultural e íntima, sin estar bajo el yugo de la actualidad o los titulares que atrajeran clics.
Podríamos decir que así nació Terebi Magazine. “Señoras hablando de videojuegos”, se puede leer en la descripción de nuestra web. Recuerdo configurar yo misma esa descripción, trasteando en ese WordPress recién estrenado y construyendo poco a poco lo que fue el germen de la web actual apoyándonos y colaborando de la manera en que podíamos.
Porque si algo ha supuesto Terebi es una colaboración constante que nos ha impulsado a crecer, a ganar autoconfianza y sobre todo a conocer personas que se han quedado a vivir en nuestras vidas. A título personal, se me haría raro recibir una buena (o mala) noticia y no correr a compartirlo con Pelusa y con Vayo. A sus oídos (porque seguimos buscando el hueco pandémico que nos permita abrazarnos en persona) han llegado mis risas, mis lágrimas y todos los miedos que ellas han acunado con calma y sabiduría, dándome siempre herramientas y mimos para quererme a mí misma y por encima de todo quererlas a ellas como dos amigas que ahora mismo tienen un espacio sagrado en mi existencia. Como los que me conocen bien saben que suelo decir: si alguien toca a alguna de mis codirectoras, lo reventaré.
Hablo de ellas porque creo que las tres simbolizamos, en cierta medida, el resumen de estos cuatro años (y porque se han convertido en un elemento fundamental en mi vida), pero no solo son ellas: por las páginas de Terebi Magazine (43 páginas de artículos, para ser exactas) han pasado decenas de firmas sostenidas por voces con las que hemos compartido tiempo y en muchas ocasiones amistad. Creo que si algo bueno tiene este proyecto es que nos brinda la oportunidad de tener un espacio de calma en el que nadie está obligada a aparentar o a apurarse si no se cree al nivel de la que tiene al lado. El ambiente horizontal que intentamos mantener casi siempre acaba convirtiéndose en mensajes entusiasmados y echando purpurina por los cuatro costados en los que acabamos proclamando que, sencillamente, somos unas faraonas las unas para las otras.
Si escribo esto no es por ponerme sentimental de manera gratuita (que también, porque me encanta ponerme intensa, a quién pretendo engañar), sino para intentar trasladar que estos cuatro años han sido importantes a muchos niveles. También hemos conocido a personas que nos han apoyado de manera desinteresada, alimentando nuestros peores momentos y ofreciendo un soporte incondicional que se sigue manteniendo hasta la fecha.
Y, por supuesto, también ha habido altibajos y momentos puntuales en los que no solo caminábamos al borde del abismo sino que estábamos casi decididas a echar la persiana de manera definitiva. Por suerte, y precisamente por ese apoyo y esa colaboración, esto siguió adelante y siguieron desfilando nuevos fichajes, todas ellas mujeres con muchas cosas que contar.
Este es un proyecto que se podría definir como pequeño y poco ambicioso porque avanzamos al ritmo que las circunstancias nos permiten, sin que ninguna deba dar más de lo que es capaz de dar. Ojalá de aquí a otros cuatro años podamos reírnos de este momento desde nuestra redacción con vistas al mar (una fantasía muy repetida en nuestras conversaciones porque de fe no se vive pero, oye, se disfruta). Pero para nosotras significa muchísimo y significa más aún si podemos aportaros algún cosquilleo, alguna media sonrisa con nuestros hilos mamarrachos de exaltación del amor o alguna luz en esos días en los que parece que todas las puertas se cierran a cal y canto.
Cito, para terminar, las palabras que Marina escribió en 2017 como uno de los pistoletazos de salida:
<<Desde hoy, pido que luchemos todos juntos porque esta prensa del videojuego sea más colaborativa, cercana e inclusiva; un sector donde no prime una competitividad absurda, máxime cuando son solo cuatro los que pueden vivir de escribir sobre videojuegos. Un sector periodístico, en definitiva, donde las mujeres sean escuchadas, respetadas y apreciadas igual que los hombres.>>
Terebi Magazine nos ha hecho sentirnos escuchadas, respetadas y apreciadas por lo que somos y por lo que hemos conseguido. Sabemos que seguirá así. Al menos unos cuantos años más. Gracias a todas las que nos habéis ayudado a poner cada piedrita de estos cuatro años.
¡Viva Terebi Magazine!