Aquellos Maravillosos Años: Time Crisis 1

Time Crisis 1 - Terebi Magazine
Ilustración de cabecera realizada por Lucía.

Si pienso en Time Crisis 1 (Namco, 1997) me vienen a la mente dos cosas: la fortuna que sentíamos mi hermano y yo y el puto Sherudo Garo, te reviento, desgraciado.

Pero bueno, vayamos por partes.

Conforme han pasado los años he ido entendiendo de manera diferente muchos de los recuerdos que conservo de la infancia. Es totalmente natural, por supuesto; entran nuevas estructuras en juego que modifican el prisma por el que vemos la realidad y nos damos cuenta de aspectos y recovecos que cuando éramos niñes y adolescentes leíamos con un código diferente. En este sentido, ahora soy perfectamente consciente del esfuerzo económico que supuso en mi familia que a nuestra casa llegara, al fin, una PlayStation 1 (como ya he mencionado en otros artículos sobre videojuegos de mi infancia).

Era un regalo para mi hermano, claro, porque yo era una niña pequeña y además chica. Pero, sin que lo supiéramos, se convirtió en una excusa para compartir tiempo, pensar juntos y discutir, claro que sí, que también discutíamos como buenos hermanos que se llevan apenas tres años de diferencia. Al final, mi memoria relacionada con los videojuegos y mi niñez pasa irremediablemente por los ratos de PlayStation a cuatro manos con mi hermano. Y ahora, cuando lo miro desde mi posición actual y recuerdo otros detalles, me doy cuenta de la suerte que tuvimos de poder vivir todos esos momentos.

A esa suerte novedosa se sumó poco después la que durante muchos años fue la joya de la corona: la que llamábamos LA PISTOLA (un controlador Namco G-Con 45, para describirla con exactitud).

Time Crisis 1 - Terebi Magazine

Ese periférico pasó por las manos de amigos y familia ampliando la experiencia –y los recuerdos que me trae el juego– gracias al acto de jugar en común. El ritual de desfilar delante de la pantalla para pegar tiros y ser incapaces de permanecer sentados en las sillas que poníamos delante de la televisión comenzaba con la dichosa pantalla para calibrar la pistola que nos exigía esperar largos segundos de impaciencia (al final pegábamos el controlador a la tele y disparábamos así, no os escondáis que sé que hacíais lo mismo). Entonces ya venía el momento de meternos realmente en harina porque comenzaban Time Crisis 1 y sus convulsiones.

ACTION!!

La mayoría recordará Time Crisis de las máquinas arcade de las salas recreativas. En parte, por ello mi hermano y yo también sentíamos esa fortuna cuando íbamos a lo que llamábamos “los recreativos” de nuestro barrio: la gente gastándose 100 pesetazas mientras nosotros lo teníamos en casa. En este shooter en primera persona encarnábamos al agente especial Richard «One-Man Army» Miller (un tipo duro de deditos pegados y todo lo bello que los píxeles permitían en esa época) en la república ficticia de Sercia. Así, éramos los encargados de enfrentarnos al ejército de Wild Dog y salvar a Rachel McPherson, la hija del presidente, que había sido secuestrada por nada más y nada menos que Sherudo Garo.

Te hundo el pecho, Garo.

Uno de los aspectos más destacables del gameplay era la cuenta regresiva que te obligaba a ser rápido para que no se te acabara el tiempo, que se reiniciaba o aumentaba algo más cuando avanzabas una escena. Además, la necesidad de recargar (locurón la de veces que escuchabas en el juego el grito de RELOAD!!) para seguir disparando y tener que esconderte detrás de bloques, muebles, paredes, etc, llevaba la experiencia un paso más allá. Mi hermano y yo nos adelantamos a las sensaciones de la realidad virtual con Time Crisis 1 porque, cuando estábamos más concentrados, literalmente nos agachábamos para protegernos o incluso bajábamos el periférico para recargar. Buen cardio nos marcábamos con este juego.

Se puede leer por internet que Time Crisis era un juego realmente difícil. La verdad es que no puedo afirmarlo ni desmentirlo porque mi memoria no alcanza a medir la dificultad pero sí puedo decir que este juego contiene una de las pantallas más duras que he jugado y que, sin duda, más veces tuve que repetir hasta superarla. Ha llegado el momento de hablar de Sherudo Garo.

Time Crisis 1 - Terebi Magazine

Time Crisis 1 estaba formado por tres etapas (stages) con cuatro localizaciones diferentes. Al final de la segunda etapa debías enfrentarte a Garo, que amenazaba con matar a Rachel. Así, este final boss, vestido con elegancia mafiosa a base de traje blanco impecable y camisa naranja con pañuelo amarillo, se enfrentaba a ti lanzándote cuchillos mientras hacía piruetas y se te reía en la cara, básicamente (nos girábamos en la silla cuando lanzaba los cuchillos, true story).

Mi hermano y yo nos aprendimos cada esquina, cada enemigo, cada caja explosiva a la que debíamos disparar y hasta cada caída que teníamos que hacer. Cada milímetro de la etapa de las veces que tuvimos que repetirla para reventar al pesado de Sherudo. Como detalle anecdótico que indica con qué caloroso amor guardamos a este boss en la memoria, hace poco tuiteé una imagen suya para responder a la pregunta “¿Qué momento en un videojuego se quedará contigo el resto de tu vida?” y esta fue la respuesta de mi hermano:

De hecho, recuerdo más el proceso de intentarlo que el momento en el que conseguimos acabar con él de una vez. El momento era encuadrado por una breve cinemática en la que se repetía el momento a cámara lenta en el que tu bala lo había atravesado por última vez. Como para no repetirlo, vamos a ver.

Time Crisis 1 - Terebi Magazine
Kio ya iba siendo hora.

No quiero que se me malinterprete. Estos recuerdos, en verdad, me parecen divertidísimos y tiernos al mismo tiempo. Que un videojuego logre dejarnos una huella tan profunda y se convierta en un foco de luz cuando pensamos en nuestra infancia me parece algo fascinante. Sobre todo cuando ocurre con juegos que disfrutamos en un periodo en el que no le dábamos tantas vueltas a las cosas, sencillamente nos volcábamos en ellas. Darme cuenta de que esta es la lectura que hago después de tantísimos años (pues sí, todavía pagábamos en pesetas…) me pone irremediablemente una sonrisa en la boca.

A pesar de las tardes que nos amargó el mierda de Sherudo Garo (con mucho gusto, por otra parte <3).

Elena Cortes Alonso

Un día me puse enferma y no pude ir al cole, así que enchufé la Playstation de mi hermano y me enganché a Crash Bandicoot. Desde entonces soy adicta a las historias que cuentan los videojuegos. Y a la escritura, al cine, a viajar, a todo aquello que se geste en las calles, y al katsudon.

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