Massira: Un baño de realidad

Un día te levantas para trabajar, estresado y con ganas de seguir durmiendo. Te haces un café, preparas unas tostadas y te lamentas por no poder seguir durmiendo un poquito más. Sales a la calle, coges el coche y te sumerges de nuevo en otro día más. La rutina es aburrida y tediosa pero también nos da seguridad y la grata sensación de cotidianidad. Conocer nuestro entorno, saber que podremos movernos por él y dejar atrás el miedo a lo desconocido nos proporciona estabilidad. Sin embargo, Numi, la protagonista de Massira, pierde a muy corta edad esa estabilidad y, junto a su abuela Yara, debe huir de su país en busca de una nueva vida.

La guerra civil Siria se ha cobrado una innumerable cantidad de muertes y heridos desde que se iniciara en marzo de 2011. El conflicto armado que está arrasando con el país, desde entonces, ha provocado uno de los mayores éxodos de la historia reciente. Incontables ciudadanos sirios decidieron marcharse de su país huyendo de la muerte. Muchas han sido las naciones que se han involucrado en esta guerra civil con el fin de salvaguardar sus propios intereses… Pero pocas naciones han provisto de alguna solución para ayudar y salvar a las innumerables víctimas que día a día se juegan la vida por llegar a Europa.

Es una situación muy delicada, donde el desconocimiento y la falta de información es lo que más abunda a la hora de abordarla. Ante tal escasez de veracidad, por parte de la mayoría de los medios de comunicación, o la cantidad de desinformación que hay sobre el tema, que existan propuestas audiovisuales que aborden con tanto mimo y cuidado la situación que debe sufrir un refugiado sirio es de agradecer. No es el primer videojuego que intenta hablar sobre los refugiados sirios. Si recordáis ya os hablamos con anterioridad de Entiérrame, mi amor (2017), cuyo punto de partida era el mismo: el conflicto bélico en Siria. Sin embargo, en el caso de este título, el desarrollo era a través de mensajes de texto mientras que en Massira es algo más convencional.

Nada más comenzar la historia, nos despedimos de nuestros padres para ir a la escuela. Aquí lo tenemos: cotidianidad. La historia de Massira habla sobre una niña siria que pierde todo lo que conocía, a excepción de su abuela Yara, que nos acompañará a lo largo de toda la historia. Lo que iba a ser un día cualquiera para Numi acaba convirtiéndose en un momento de caos, donde nada más comenzar ya tenemos que huir de los soldados que están cortando calles y deteniendo a civiles.

Que un juego como Massira ─que podría pasar perfectamente por una aventura convencional de exploración, puzles, con ciertas zonas de saltos y plataformas ─, acabe siendo un título que te haga empatizar con la situación de los refugiados… es un tipo de experiencia que me gustaría poder disfrutar más a menudo en un videojuego. Nos pasamos las horas disfrutando de temáticas superficiales, con el único fin de entretener… Pero en pocas ocasiones hay propuestas de esta índole, que te hagan valorar lo afortunado/a que eres de poder vivir en un país que te permita encontrar tu lugar y contar con una rutina.

Esa es la primera sensación que tuve al comenzar a jugar y si bien es cierto que su desarrollo es muy simple y que cuenta con un apartado gráfico sencillo ─usa modelados lowpoly: con pocos polígonos y texturas planas─, eso no evita que su mensaje sea profundo.

La historia de Numi se va desarrollando en pequeños niveles, sumamente cortos, donde pasaremos por muchas de las situaciones que debe sufrir un refugiado sirio y más si es un niño y tiene que cuidar de su abuela. Desde trabajar numerosas horas para conseguir algo de dinero, tener que tratar con desconocidos que intentan “ayudarnos”, campos de refugiados donde pasar largas y frías noches o la llegada a Europa con el consiguiente rechazo y el miedo que supondrá una nueva vida ─además en un lugar donde no conoces su cultura o idioma─.

Todas estas situaciones se van desarrollando en niveles donde queda bien patente la narrativa de cada nuevo escenario, aunque teniendo en cuenta su profunda naturaleza como videojuego ─sus bases se crean en torno a la jugabilidad y no tanto en su narrativa, que principalmente se apoya en pequeños detalles a nivel jugable y algún que otro diálogo─.

A lo largo de la aventura encontraremos coleccionables ─que nos servirán para conocer mejor la cultura y gastronomía de ciertas zonas como Turquía, Macedonia o Alemania─, además de numerosas cartas con los testimonios reales de algunos refugiados sirios que mandaban dichas misivas a familiares o amigos, así como numerosos periódicos que nos pondrán en contexto con lo que estamos jugando.

Frost Monkey, el estudio español encargado de su desarrollo, ha sabido cuidar con bastante mimo y delicadeza este tipo de detalles. En palabras del estudio, llegaron a ponerse en contacto con varias asociaciones de refugiados para lograr que las vivencias de Numi y Yara fuesen lo más realistas posibles. El juego, por tanto, no evita los temas delicados pero tampoco los magnifica en busca de lograr despertar la emoción fácil. Procuran, especialmente, visibilizar y concienciar sobre la situación en Siria y eso es lo que más destacaría en Massira.

El mayor problema de Massira es su control. Los saltos y el movimiento de la cámara no están todo lo pulidos que deberían, ocasionando que a veces muramos injustamente por este motivo. Durante el juego hay bastantes zonas con plataformas a las que deberemos de saltar para seguir avanzando, pero debido a la imprecisión de los saltos probablemente necesitaremos varios intentos para lograr sortear los obstáculos. Por lo demás no he detectado ningún error demasiado grave en ese sentido. Sin duda, el control empaña un poco el resultado final, pero sin provocar que el juego no se pueda disfrutar plenamente.

Cabe destacar también el diseño de niveles. Aunque sencillos y cortos, no generan sensación de repetición, aunque las mecánicas para superarlos sean las mismas durante todo el recorrido. De hecho, incluso algunas secciones, recuerdan al título Brothers: A Tale of Two Sons (2013) donde deberemos de controlar a Numi y Yara al mismo tiempo, usando cada stick de nuestro DualShock.

La historia también ofrece alguna pequeña misión secundaria, que nos permitirá conseguir algún que otro coleccionable, y con zonas más amplias donde explorar y hablar con otras personas. Además, el juego cuenta con alguna pequeña toma de decisión que nos permitirá acceder a unos niveles u otros, dependiendo de lo que elijamos ─ aunque esta decisión no afectará al final, ya que solo cuenta con uno ─.

En definitiva, Massira es un juego sumamente modesto, apadrinado por PlayStation Talents y ganador del premio al mejor arte en 2017, desarrollado por un estudio novel que sin duda contará, en el futuro, con mayor experiencia para crear obras de mayor envergadura. Aun así es muy gratificante ver el resultado final de un título que, pese a ser tan humilde, consigue visibilizar la realidad que tienen que vivir los refugiados sirios para llegar hasta Europa.

Creo que ante la carencia tan abrumadora de empatía y solidaridad que padece la sociedad hoy en día, son muy necesarias propuestas de esta índole. No existe un medio mejor que el videojuego para concienciarnos de lo que implica para una persona perderlo todo y no tener ayuda de nadie.

Violeta Sáez

Programadora y diseñadora web. Comencé en el mundo de la informática y los videojuegos siendo niña. Intento compaginar mi pasión por la escritura junto a mi rutina basada en estructuras de datos, código y sistemas de la información. “Mi imaginación es mi realidad”.

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