Análisis: Shadow of the Tomb Raider

Ilustración del encabezado realizada por Sofía Amarilla.

Allá donde miraba solo veía agua. Lo arrasaba y lo engullía todo a su paso. Impotente, Lara Croft miraba hacia el horizonte incapaz de hacer nada. Ella era la causante de aquel descalabro, que probablemente le había costado la vida a cientos de personas. Los daños materiales serán incalculables y deberán pasar muchos años para reparar parte del daño. Todo destruido, en apenas unos minutos, a causa de una sola persona. Así comienza esta nueva entrega de la saga Tomb Raider.

Lara Croft nunca fue, ni ha sido, una heroína. Siempre fue un personaje egoísta y cínico. Una mujer dispuesta a todo por demostrarse a sí misma lo que es capaz de hacer. Para el personaje original recorrerse medio mundo, en busca de antiguas reliquias, era simplemente un juego; el entretenimiento o pasatiempo de una chica adinerada y caprichosa. Hasta ahora no habíamos visto nada de esa antigua versión del personaje. Con Shadow of the Tomb Raider pensábamos que podríamos contemplar, de nuevo, ciertas pinceladas de esa Lara Croft desinhibida, dura y sin escrúpulos… pero desgraciadamente no ha sido así.

Más de lo mismo

No os voy a engañar, estoy bastante decepcionada con lo que Shadow of the Tomb Raider nos ofrece. Es un más de lo mismo de lo que ya habíamos podido disfrutar en las dos anteriores entregas. Se han añadido elementos que se venían echando en falta, como los niveles acuáticos, donde por fin podremos bucear con total tranquilidad, pero, más allá de esto, apenas hay diferencias frente a sus predecesores. Seguimos teniendo la caza y el arco como arma principal, además de niveles más o menos amplios que podremos explorar en busca de coleccionables, tumbas de desafío y misiones secundarias que le proporcionaran bastante vida útil al conjunto final del título.

Volveremos a hacer uso de los puntos de experiencia, que podremos usar para aumentar las habilidades de nuestra protagonista. Desgraciadamente, y a diferencia de lo que ocurriera en los anteriores dos títulos, aquí las habilidades están algo más desaprovechadas. Para más inri apenas se añaden habilidades nuevas, destacables, más allá de poder colgar a los enemigos en las ramas de los arboles. Los puzles siguen teniendo la misma estructura que en aventuras previas, donde tendremos que volver a utilizar las físicas del entorno para poder resolver el acertijo; haciendo uso de las diversas funcionalidades de nuestro arco. El problema, como ya viene siendo costumbre, es que las tumbas, la mayoría de ellas, son completamente opcionales y los puzles “obligatorios”, que podremos encontrar a lo largo de la aventura, son bastante sencillos.

«Echo de menos sentir la adrenalina de saltar sin saber si erraré en el intento.»

El mayor problema de estas tumbas de desafío, es que carecen de encanto y repiten continuamente los mismos patrones. Son cuevas oscuras, donde cada una de las piezas, para resolver el acertijo, han sido colocadas ahí para poder hacer uso de los gadgets de la protagonista; dando la fea sensación de que existen porque interesa que estén ahí y no porque formen parte de ese lugar. La saga Tomb Raider siempre ha intentado aunar arqueología con aventura, integrando a la perfección la ambientación con la experiencia jugable. No sentías que era un videojuego, disfrutabas con la sensación de ser una asaltatumbas que se adentraba en un lugar que nadie había visitado en cientos de años. Sin embargo, desde el reboot, esta sensación de soledad y aventura desapareció… Ahora debemos buscar tumbas cochambrosas, aisladas y colocadas de forma arbitraria en el escenario.

Las partes acuáticas son muy bonitas, visualmente hablando, pero he echado en falta que tuviesen un peso real en los escenarios como ocurría en los Tomb Raider clásicos. Allí el agua formaba parte de la resolución del propio puzle y aquí, sin embargo, solo se usa como un complemento donde poder explorar el entorno o pasar a otras áreas del escenario… pero nada más. Aún así el sistema de buceo está muy bien hecho y es un gustazo poder volver a zambullirnos en el agua, con nuestra intrépida protagonista.

El control de Lara sigue siendo muy bueno y aunque las animaciones puedan resultar algo exageradas, especialmente en los saltos, es una delicia controlar a nuestra protagonista. En reglas generales el juego luce bien a nivel gráfico – caben destacar, como ocurriera con anterioridad, los efectos de partículas y la iluminación –. El título en sus primeras semanas ha acusado ciertos bugs que han empañado un poco el resultado final, aunque estos se han ido solventando a través de diversas actualizaciones.

¿Dónde estás, Lara?

Era predecible el pensar que el juego mantendría, más o menos, los principales elementos que conformaban los dos anteriores títulos. No obstante, tenía la esperanza de que Shadow of the Tomb Raider sorprendiera a nivel narrativo. La idea de que Lara fuese la responsable de desencadenar una catástrofe natural y tuviese que lidiar con las consecuencias de ello, me parecía una oportunidad perfecta para ver parte de la evolución natural del personaje hacia alguien más frío, capaz e intransigente. Desgraciadamente no ha sido así y pese al buen arranque del título, con la desencadenación de un tsunami por la imprudencia de nuestra protagonista, la historia se va desinflando paulatinamente conforme avanzamos.

Además hay elementos que, como fan de las historias de aventura y acción, se me antojan ya demasiado manidos. La Trinidad como principal antagonista de la trilogía no ha dado demasiado de sí; las organizaciones secretas como principal adversario, es un recurso que se ha usado con demasiada frecuencia en este tipo de historias. Además Domínguez vuelve a ser el típico villano de chichinabo, cuyo único propósito es traer el “bien común” a costa del genocidio de miles de personas, por unos motivos poco claros y creíbles.

Domínguez, el cliché hecho villano.

Volvemos a tener además la ausencia de personajes secundarios de peso… Más allá de un pobre Jonah, el inseparable amigo de Lara, que vuelve a pasar sin pena ni gloria por una trama que se antoja floja y carente de ideas. Recurren, además, con demasiada frecuencia a escenas que visualmente pueden ser impactantes, pero que cuentan en realidad con cero peso en la trama. La sensación al final es de haber vislumbrado una serie de escenas sin un nexo de unión, que nos haga conectar con lo que supuestamente nos querían contar. Y aunque habrá algún momento que pueda emocionar al fan acérrimo de la saga, al final todo se queda en un burdo intento por contentar al fan medio, que se conforma con poder encontrar ciertos elementos icónicos o reconocibles de entregas previas.

«Ni Lara Croft termina de saber exactamente qué quiere hacer o quién es.»

En resumen lo que obtenemos es una historia floja, con una protagonista que no termina de saber qué es o lo que quiere. Nos vendieron que Lara Croft iba a ser una chica joven recién salida de la universidad, cuya fuerza y determinación aún estaba por surgir. Se presuponía una evolución progresiva y constante hasta ver al personaje convertirse en algo más parecido a lo que Lara Croft es… No hemos tenido nada de eso y es una pena, porque el resultado podría haber sido todo un proceso de introspección y crecimiento para un personaje que, ciertamente, necesitaba un nuevo enfoque. Nos hemos quedado con las ganas de poder seguir ese proceso de crecimiento, porque desgraciadamente nada de esto se ha podido ver en ninguna de estas tres últimas entregas y aún menos en este Shadow of the Tomb Raider, cuyo final probablemente se puede catalogar de apresurado y sin sentido.

Esto no es Tomb Raider

La saga siempre ha intentado sumergir al jugador en una experiencia solitaria, absorbente, donde la ambientación sea algo más que un simple elemento decorativo. Las tumbas, pirámides y puzles formaban un todo, donde el escenario era el puzle. Los amantes de la arqueología podían fantasear con la idea de recorrer algunos de los lugares más emblemáticos de nuestro mundo y nosotros, como jugadores, éramos los encargados de luchar contra los elementos y desenterrar los más recónditos secretos. Todo esto enmarcado por una protagonista que nunca pretendió, ni buscó, ser un modelo a seguir o una heroína.

Así fue como Tomb Raider me enamoró y desgraciadamente todo eso se ha perdido en el camino. No nos engañemos, esta trilogía ha sido muy divertida de jugar pero no ha dejado un poso como ocurriera con las clásicas. Han buscado crear un producto que fuese un superventas, añadiendo elementos que habían triunfado en otras sagas, pero olvidándose por el camino de todo aquello que hacía especial a Lara Croft y Tomb Raider. He disfrutado la experiencia, sí, pero al final me he quedado indiferente… Sin embargo, no puedo decir lo mismo de aquel primer Tomb Raider y su T-Rex o aquella Grecia con su nivel vertical en San Francis Folly o aquella Efigie imponente escondida en una cueva o aquella Venecia que podías recorrer en góndola en Tomb Raider II o aquel nivel acuático en El Santuario del Scion que me dejó sin aliento en Tomb Raider Anniversary.

El nivel acuático de El Santuario del Scion, en Tomb Raider Anniversary, es uno de los niveles más espectaculares de la saga.

No hay nada que me haga sentir así en esta trilogía. Solo tres juegos que son entretenidos para pasar el rato y que me recuerdan a una heroína que, hace unos años, consiguió inspirarme en tantos sentidos que, ahora mismo, no sabría ni expresarlo en palabras. Me gustaría poder decir que Shadow of the Tomb Raider es todo lo que esperaba de él, pero no ha sido así. Si no jugaste a los clásicos o no te gustaba lo que proponían, probablemente, disfrutes estás tres aventuras; están bien y cumplen su cometido que es entretener. Pero llegados a este punto, en mi caso, ya no busco solo pasar un buen rato ante un videojuego y mucho menos ante una saga que ha significado y significa tanto para mí. Si a partir de ahora Tomb Raider va a ser el sinónimo de un producto que simplemente se adapta al mercado y a la demanda de lo que exige la mayoría, por mi parte, creo que va a llegar el momento de abandonar mis pistolas dobles en busca de otro tipo de nuevas aventuras.

Violeta Sáez

Programadora y diseñadora web. Comencé en el mundo de la informática y los videojuegos siendo niña. Intento compaginar mi pasión por la escritura junto a mi rutina basada en estructuras de datos, código y sistemas de la información. “Mi imaginación es mi realidad”.

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1 comentario

  1. […] viendo un apartado gráfico como el de Assassin’s Creed Odyssey o cualquier nueva entrega de Tomb Raider. No poder ver con claridad los rostros de los personajes ayuda también a transmitir la sensación […]

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