A lo mejor Far From Noise no habla de nada de esto y me lo estoy inventando, pero es todo lo que me ha transmitido a mí en la hora y pico que dura. Todo este monólogo disfrazado de diálogo viene acompañado además de un estilo artístico muy cautivador, con tonalidades vivas y relajantes, y un horizonte infinito en el que el jugador bien puede quedarse embobado mientras la conversación sigue su curso y el día va avanzando con ese vaivén entre la vida y la muerte, la naturaleza y el yo.
George Batchelor con Far From Noise no pretendía otra cosa que hacer un experimento con los diálogos y en mi humilde opinión ha conseguido, por fin, que seamos capaces sin siquiera proponérnoslo de sentarnos de una vez cara a cara, eliminando todo el ruido para escucharnos de una santa vez y, en vez de huir del precipicio, asomarnos a él y largarnos triunfantes quemando rueda.