*Ilustración del encabezado realizada por Clara Rodrigo
Cuando comencé Uncharted: The Lost Legacy (o El Legado Perdido) ya sabía que iba a ser un juego totalmente diferente. Sus directores Shaun Escayg y Kurt Margenau han apostado por un toque mucho más profundo y adulto en esta entrega, en comparación de la visión de Druckmann que fue hacia el camino de “lo que pudo ser y ahora ya no es”.
Y sí, no lo hizo, en mi opinión para nada bien. Vendió la idea inicial “miente para conseguir lo que quieres” como un leitmotiv donde ocultar información a tus seres queridos puede ser la única manera de salvarlos. Donde se hablaba de la desconfianza conyugal, y porque no decirlo, de que a lo mejor es mejor que algunas cosas queden “entre nosotros”.
No encajé bien el mal desarrollo de personajes como Elena que se veía relegada a una salvadora sin confianza, a un mal personaje porque era ella, por los actos y por cómo la ponía el juego como “intrínsecamente mala”. Quién iba a decirle que “iba a salvar al mundo” si eso es lo que me gusta a mí y a ti no. Quién iba a decir a su compañera de vida lo que le pasaba por la cabeza. Así es mucho más fácil para Nathan Drake.
Es más fácil dejarla que se enfada, llore y maldiga que la mientan. Porque Nathan mentía. Hablé de este tema hace meses con una persona que opinaba parecido. Sabíamos que era un mal desarrollo de personaje y sabíamos que no se había hecho justicia con Elena.
Y aunque nunca la tendrá, Chloe en este Uncharted: El Legado Perdido (Naughy Dog, 2017) ha mostrado una cara muy diferente. Mujer fuerte e independiente cuyo destino está en descubrir los pasos de su padre. Un padre ausente al que no es que no quisiera ver a su familia sino salvarla. De nuevo, estamos ante problemas sin conocer. Sin resolver. Y todo por ocultarlo.
La comunicación es clave para cualquier relación. Y entre Nadine y Chloe hay más comunicación de la que hubo nunca entre Elena y Nathan. He oído que esta relación no evoluciona, y me parece una lectura muy poco acertada. Porque Chloe, y atención porque a partir de aquí voy a soltar spoilers: traiciona a su amiga Nadine. Oculta información al igual que lo hizo Nathan con Elena. Al igual que lo hizo Sam con Nathan. Pero aquí no se escurre el bulto, no se pasa “a otra cosa mariposa” sino que los problemas se resuelven. Se hablan.
En una primera visita, creo que era demasiado brusco el cambio de ambas. Porque la conversación de reconciliación aparece muy pronto, como si buscaran hacer las paces de manera temprana. Para continuar su aventura. Y esto se debe a que, en este Uncharted, se ha apostado por una comunicación mucho más fluida y continua. No tenemos silencios. No tenemos dudas y miedos porque todos, somos testigos de ellos. Sabemos lo que quieren ambos personajes. Sabemos las dudas de Chloe sobre un padre, que sabe, que su objetivo fue salvarla. Sabemos de Nadine y sus ganas por salir del mercado de armas como jefa mayor. De nuevo, porque todo esto, se expresa.
Queremos conocer a ambos personajes porque si algo ha pecado la saga (ya sea en manos de Hennig o Druckmann) es que han preferido la acción a la reflexión. Y vale, es cierto que estamos ante un género palomitero, a lo Michael Bay, pero eso no deja de tener su espacio en otros títulos como Tomb Raider (Crystal Dynamics, 2013) donde se veía a una Lara Croft de voces en off y dudas cuando se sentaba en el campamento.
Sin embargo, aquí tampoco se relega la acción. Tenemos altas dosis de plataformeo, de laberínticos lugares donde podremos utilizar el garfio, la escarpia, y nuestras propias manos para llegar lejos. Tendremos un tesoro que salvar y a un villano que atrapar (Asav que supera a Rafe como villano también) además de una nueva mecánica: las ganzúas que nos ayudarán a destapar los contenidos de algunas cajas que nos encontremos.
El mundo abierto es difícil de analizar. Tenemos un templo donde situar trece souvenirs que debemos encontrar en una vasta selva que, da algo de pereza, encontrar pieza a pieza. De nuevo Naughty Dog no sabe salirse de sus propios márgenes, se le da bien ir entre raíles. Y hablando de raíles, tenemos una escena secuencia que recuerda a otra muy parecida del Uncharted 2 (Naughty Dog, 2009) del que bebe muchísimo este título.
Ya sea por la localización (estamos en una India selvática) mientras que Uncharted 2 se enmarcaba en un Nepal casi apocalíptico (con monstruos de por medio). Sin embargo, la adición de Chloe (que falta hubiera hecho en la cuarta entrega) hace que volvamos a acordarnos del título de 2009 donde era uno de los mejores personajes (a pesar de nuevo, de ser objeto de los engaños de Nathan). Uncharted: El Legado Perdido parece ser la versión mejorada como lo es GTA V (Rockstar Games, 2013) de GTA: San Andreas (Rockstar Games, 2003).
¿Y cómo traicionó Chloe a Nadine? Muy sencillo: trayendo a Sam Drake a la ecuación. He de decir que este personaje fue el único que me gustó de la última entrega pero aquí le han dado su peso merecido. Como un cringe y creepy continuo donde no tiene espacio. Es gracioso que hayan utilizado al personaje como excusa para soltarle muletillas entre Chloe y Nadine. Creo que todo aquel que odiase a Sam o le tuviese algo de aprecio por lo malo que era, le vendrá bien jugar a este título donde al final se han puesto los puntos sobre las íes. Justicia poética, de nuevo.
Una gran crítica al título y a eso que he comentado de que va “sobre raíles” es que tiene la manía de decirnos siempre qué es lo que nos falta o cómo resolver un problema. Nos puede incluso indicar por dónde debemos ir si queremos avanzar en la historia. Pero no solo eso, sino que ¡puede resolverte los puzles! Increíble que estas ayudas, salvo la segunda vez que me pasó en el juego, no se te impidan omitir siempre, dado que algunas queremos comernos algo más el coco (por no decir, que casi lo tenía, y el maldito juego lo hizo por mí, al final, quitándome la oportunidad de poder resolverlo por mi cuenta).
A pesar de que la duración ha sido corta (a mí me duró 5 horas y 50 minutos y eso que me despisté en algún que otro punto) es altamente disfrutable. Una de las críticas de Uncharted 4: El Desenlace del Ladrón (Naughty Dog, 2016) fue que su duración lo hizo extremadamente pesado y, incluso predecible. Con este título se ha descubierto que la fórmula mágica de Naughty Dog funciona mejor a vasitos pequeños. Como se suele decir “los mejores perfumes se guardan en frascos pequeños”. Parece que esta vez, Naughty Dog sí ha acertado.
Pd: Y más que acertó colocando este hit, a modo de créditos, de la cantante de origen indio M.I.A., una Chloe de la vida real que podría machacarnos a base de ritmos y letras con alta carga social. Excelente broche final.
https://www.youtube.com/watch?v=r-Nw7HbaeWY