Uno avanza por la isla de RiMe (Tequila Works, 2017) sabiendo que se acerca a un final emotivo. Y eso ya añade presión a la experiencia jugable: parece que si uno no se emociona ni siente nada está jugando de manera equivocada. Sin embargo resulta difícil dejar paso a la emoción cuando por el camino se encuentra un puzle tras otro que acaba convirtiendo la travesía en un pelín repetitiva. Yo, por ejemplo, no dejaba de pensar: “Contadme más”.
octubre 2019
Massira: Un baño de realidad
Un día te levantas para trabajar, estresado y con ganas de seguir durmiendo. Te haces un café, preparas unas tostadas y te lamentas por no …